El cuento es:
En nuestras clases hemos leído muchos
cuentos. Con asombro, con delectación.
Juan Coletti, Cortazar, Bioy Casares,
Osvaldo Guevara, G. de Maupassant, Rulfo, Ethel Aparicio, Carlos Gilli, nos llevaron en las alas de sus creaciones a paisajes diversos
desde Cuba a México Francia, Villa Dolores, Buenos Aires... Córdoba...
Y conocimos “El niño carpintero” y “El marcapasos“ de Juan Coletti, “El pico corvo“ de Guevara, “ La lechuza “ de Ethel Aparicio...“ Una
liebre” de Juan Burghi entre muchos más
de Borges, de Cortázar.
Los alumnos descubrieron argumentos,
hicieron anticipaciones previas,
conjeturaron hipótesis, descubrieron super estructuras, valoraron el uso de
la lengua y los recursos literarios, pero sobre todo, pusieron su propia capacidad
imaginativa y la fuerza de su creación al interpretar con la nueva
estrategia.
Y eso les
llenaba el alma de un nuevo entusiasmo. Algo nuevo, interior, propio, bullía en ellos, algo que valía como un gran
descubrimiento: Ellos también podían “volar”, salirse de su mundo, desencapsularse
para ir, así, tan fácilmente y por la magia de la lectura, a conocer otros
mundos, lejanos o cercanos, exteriores, pero sobre todo- y esto es fantástico-
penetrar en cosmos personales, íntimos, en los que cabe todo el universo.
Del análisis de narraciones breves
pasamos al cuento que es una narración en que la línea argumental se
intensifica, las secuencias se multiplican, enredan, disparan en diferentes
direcciones.
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