Señor,
perdona a esta humanidad
errante que
tú hiciste.
Perdona el
tironeo de la carne
que mira hacia el abajo
y sus engaños.
Señor, tras
los dulces anda
la humana especie
queriendo
paladeos.
Y en el
paladeo se queda,
a la
degustación se abandona.
Perdona,
Señor, esta humanidad
de piel
ardorosa y sedienta,
perdona la ostentación,
el apego al
jarrón y a su artificio.
El
equívoco anda en el costado
Esta carne,
Señor,
que tú
hiciste con tus manos,
anda
buscando una señal de ti,
para no
caer,
desgarrada,
al llamado
de la tierra.
GLADYS SEPPI FERNÁNDEZ
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