Para que todos los vean
suelen salir los besos
a arremolinar esquinas.
Como las hojas que el viento a cualquier hora
junta en cualquier vereda,
como palomas que ponen los susurros
de dos en su asamblea.
Los besos salen a buscar los cuerpos tiritados de amor,
se les van a la sangre y prenden su hoguera
subiendo por sus escalas de fuego
hasta encender vena a vena,
la luz en cada arteria.
Los besos entibian las manos que arden en suaves colinas,
buscan las bocas
y
llegados a las altas cornisas,
desatan en los labios
lenguas de calor
que incendian el cuerpo
para que arda en ellos nueva especie
y renazca el hombre
en nuevo nombre
empezando el latido.
Gladys Seppi Fernández
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