Cuando yo
sea silencio,
un
punto disparado al infinito
y no sepa la
piedra de mi paso,
escucharás,
hijo mío, en ti, mis ecos.
Alguno te
dirá de mis maneras,
de estos gestos que la tarde
bermellón,
apagó
para confiarle
al polvo,
esta diaria labor de hacer el fuego.
Y tú, hijo,
que al mediodía acercas tu esperanza,
sentirás en
tu ser
la voz que
me regresa
para decirte
que anda en ti mi aliento.
Fui y me
hice de tierra.
Y estoy en el destino impuesto
por la
estación final
haciendo harina
que sé que
volverá…
en tanto leude en ti la fuerza
del regreso.
Gladys
Seppi Fernández
No hay comentarios:
Publicar un comentario