No sé cómo ni cuándo encontraré
la medida que me tiene.
Escucho mis pisadas adelantándose al error,
veo en la espesura señales escritas
en apagados textos.
Alguien está enviándome mensajes
en un sánscrito olvidado de lecciones iniciales.
Perdida entre las letras infinitas,
un código me sobrevuela
y deja caer borrosas huellas.
Maraña. Alfabeto confuso.
Garabatos.
Quiero indagar en la urdimbre
de un tapiz que vuela hacia otro cielo
pero reconozco que mis ojos resbalan
en montañas de arena
y que mis manos se aferran como garras,
intentando la fugacidad del relámpago.
No sé cómo haré para llegar a mi medida
porque la sed me empuja
a beber en aguas turbias
y la ansiedad confunde signos.
Es cuestión de esperas y silencios,
de regresar a la nada y al nadie,
en el sin tiempo del día,
en el olvido de todos los deseos.
Desde ese umbral
acomodaré mi piel
a la que me espera,
al perfil que me remonta.
Al nombre que me nombra,
al que me llama con voz
perdida en la marejada de los otros.
He de llegar al quien soy,
cántaro donde se alza mi agua toda.
Ésa es mi búsqueda.
Gladys Seppi Fernández
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