Carta de un lector de notas de GSP en Diario Rio Negro

Señor Gabriel Choclín de Centenario- Neuquén
Estimada Gladys Seppi Fernández, su lúcido artículo publicado en el diario "Río Negro" el 5 de junio desató en mí la necesidad de contarle que, humilde y sencillamente, estamos trabajando para colaborar en el cambio educativo que tanto hace falta.
Desde el 2012 coordino seminarios intensivos de yoga para docentes, avalados por la Facultad de Ciencias del Ambiente y la Salud, de la Universidad Nacional del Comahue (resolución 679 del 7/6/12). La meta de estas jornadas de yoga en las escuelas está puesta en la formación del ser, en construir buenas personas, compasivas y altruistas. La sabiduría milenaria del yoga nos conecta rápidamente con nuestro potencial; sentimos entonces nuestro núcleo positivo, bondadoso, deseoso de servir y encontrarse afectuosamente con el prójimo, en contraposición con un sistema de vida basado en el egoísmo, la indiferencia, el sálvese quien pueda, en la desenfrenada ambición de consumir –a decir de Erich Fromm, "tener en lugar de ser"–, que nos lleva inevitablemente a lo que usted tan claramente indica como la descomposición del contrato social, de los valores de convivencia y paz que todos profundamente anhelamos.
Es muy cierto que dentro de todos nosotros existe un potencial que hay que despertar, que todos somos parte de una gran familia, la humanidad, y que transformándonos cada uno de nosotros lograremos transformar el mundo del cual nos quejamos.
En los seminarios intensivos los docentes reciben con mucho beneplácito y contento interior las técnicas, aplicándolas luego en las aulas –y en sus propias vidas– con resultados gratamente sorprendentes, repito, con mucha humildad y dedicación: chicos y chicas solicitándole al docente respirar profundo y/o relajarse para centrarse y serenarse, menos miedos en los exámenes, mayor concentración y mejor comunicación entre alumnos y con el docente, la ayuda al compañero que está sufriendo y el poder expresar lo que les sucede. Fundamentalmente un mejor ambiente áulico, la maravilla del silencio y el afecto compartido como base para aprender y convivir, para formar buenas personas a partir de valores y cualidades, en lugar de llenar la mente únicamente con datos o con tecnología que no alcanzan para el pleno desarrollo y realización, nuestra meta como seres humanos.
Tal como usted lo dice, es en el hogar y en la escuela donde deben cultivarse las emociones y pensamientos positivos. Tenemos que enseñarles a nuestros chicos a encontrar más equilibro emocional, a tomar consciencia de la bondad innata y ponerla en acción a través de la solidaridad, la compasión, el encuentro sincero y real con el otro. El yoga nos ofrece herramientas para ello, al alcance de todos. Como dicen los chinos, las crisis son oportunidades para el cambio; cada uno de nosotros como educadores, desde nuestro lugar, podemos comenzar a realizarlo.
Gabriel Bernardo Choclin, DNI 14.231.110 - Centenario

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