Lo que todavía no se alcanza a visualizar y por ello a comprender, es
que ese ir por todo se ha trocado, una
vez logrado, en un despiadado ir por todos. Y ese plural nos involucra.
Muy poco importó, muy poco se entendió que ir por todo es ir por el
país, adueñarse de sus riquezas, del pródigo
y tentador aflorar de billetes de su tierra generosa y fue y sigue
siendo tan fuerte su impacto que todavía
quedan algunos, pocos, los menos, que llegan hasta este momento cargados de una
irrefrenable y ciega pasión que los lleva a negar lo evidente: por todos lados
y en todo tiempo aparecen testimonios, evidencias muestras palpables de un
saqueo total. No hay lugar del territorio nacional adonde no haya llegado la
mano del despojo.
¡No lo podemos creer. No es verdad! exclaman todavía algunos, ya pocos,
ya menos, pero existentes, al fin, y peligrosos. “Lo está inventando la prensa,
es una malintencionada conjura”, siguen pensando muchos, incapaces de aceptar
que se equivocaron, que fueron engañados por la astucia, por palabras
altisonantes que envolvieron con ruidoso
papel celofán significados vacíos, una
realidad inventada y engañosa. Lo cierto es que lo que se devela es que tan
impúdico accionar fue desbaratando los valores que hacen a la dignidad humana,
a la de cada argentino, a la fortaleza de la República.
Sin embargo, cada vez somos más los que creemos que los valores unen,
que la verdad, y la justicia, son el único garante de una nación.
Es cierto que cada vez son menos los que se
resisten a aceptar la verdad de lo actuado tan francamente contrastante con lo
declamado. Son pocos, pero peligrosos.
Decimos peligrosos porque nada
puede serlo más que el actuar a ciegas caiga quien caiga y muera quien muera.
¿No estamos asistiendo, acaso, al
extremoso accionar del terrorismo que mata sin saber a quién con tal de
impactar, sembrar el terror y el odio?
Nada más peligroso que una
accionar a ciegas, sin razón, sin intentar siquiera dilucidar qué es lo más
conveniente al orden y al verdadero progreso humano.
Pues ahora y en la Argentina asistimos a acciones donde la razón no
entra. Nada pareciera poder detenerlos. "La vida por vos", gritó
alguno y los demás se plegaron porque actúan por contagio emocional e
irreflexivo. Están poseídos por un fanatismo agresivo, se contagian, se
enfervorizan. Y nada más peligroso que el hombre que pierde el sentido, que
todo lo justifica y que está dispuesto a generar desorden y hasta una guerra
civil, si es necesario, para salvarse.
En tanto, con lamentables errores, pero poniendo el bien de la República
por delante, se está intentando juntar pedazos y hacer de nuestro país una
democracia en serio, donde exista y sea
firme la división de poderes, donde ningún poder avasalle y anule a los demás
utilizando los espúreos beneficios del
dinero, mientras la mayoría de los argentinos apuesta fervientemente al
reencausamiento del país, al orden, una militancia enceguecida por la amenaza
de perder lo ganado en mala ley, es decir, en defensa de sus propios intereses
sigue empecinadamente el mandato inicial: ir por todo.
IR POR TODOS.
No interesa quién caiga, no interesa
qué pueda suceder después, ni quien pueda arreglar los destrozos. Hablan de
bombas, de injusticia. Entendemos que
tienen mucho que defender: lo tuvieron todo y lo han perdido todo: sueldos
increíbles, poder, enriquecimientos posibles, repartos y están a un paso de
perder lo que saquearon y hasta su libertad. Dejaron el país en rojo tinto .
Los episodios que tuvieron como epicentro a Hebe de Bonafini en estos
últimos días ejemplifica claramente lo que decimos: el blindaje que le ofreció
la militancia conformada por diputados de la nación, que despreciando la
obligación de sus cargos, la acompañaron y defendieron su postura , es una
advertencia que el pueblo y las autoridades debe leer e interpretar.
“”Hicimos una pirueta y dejamos pagando a la policía” dijo Hebe.
¿Rebeldía? Desobediencia a la ley o desprecio a las instituciones?
“Hebe, como cualquier
ciudadano común puede hacer lo que se le cante”, expresó una ciudadana en
Twitter. ¿A tal punto ha llegado el desprecio por la constitución y la ley que
se incita a la desobediencia, al desorden, al caos?
“Hebe es intocable”, gritó un
adolescente apasionado. ¿Acaso estamos educando para hacer irresponsablemente,
disponer de los dineros públicos fraudulentamente y no dar cuenta de nuestros
actos?
¿Qué puede interesarles el
bien común, los otros, la salud del país, la construcción de la República, si
en ello se juega su propia libertad y disfrute de tanto saqueado?
A los demás, a los que no estuvimos ni estamos en el círculo, la
situación nos obliga como nunca. Estamos en el límite. TODOS puede ser uno de
nosotros, un hijo, un nieto, un amigo, un conciudadano. En cada uno está el
resguardo. Estemos atentos porque es nuestra obligación vital. La historia ya
nos mostró qué dejó ATILA tras su paso cuando iban tantos galopando fieramente
a su lado.
Gladys Seppi Fernández.
No hay comentarios:
Publicar un comentario