PRESENTACIÓN DEL
LIBRO
“NOTAS PERIODÍSTICAS”
DE GLADYS SEPPI
FERNÁNDEZ
*
Hace algunos
años encontré por casualidad una
fotografía que mostraba una señal grabada en una roca, una especie de flecha
que supuestamente indicaba la proximidad de un refugio, de un manantial o un peligro. Nunca lo sabremos pero la señal
seguramente sigue ahí después de cientos de miles de años recordándonos la
presencia de nuestros remotos antepasados que iban dejando, intencionalmente,
sus primeras huellas.
A pesar de la
famosa frase atribuida a Karl Marx “Todo lo sólido se disuelve en el aire”,
algunas obras y registros humanos resisten el paso del tiempo. Así que regresamos al
antiquísimo trazo en la roca que junto a otros miles que van siendo
descubiertos son la materia prima, la base de la comunicación, los elementos
primarios de la construcción del lenguaje escrito, según coinciden lingüistas de todas las culturas.
De la solidez física,
aunque de precarias
significaciones para el origen de la palabra, hemos llegado a nuestro época en la cual,
ahora sí, casi todo lo que escribimos, decimos y mostramos se disuelve en el aire
y queda atrás, olvidado, enterrado, disperso, como sucede observando una página
de facebook o en el diario de ayer que acabamos de tirar a la basura o en las
noticias por millones que pululan cada segundo en todos los medios radiales y
audiovisuales.
Es habitual
que preguntemos, ¿leíste tal noticia?, ¿viste recién en el noticiero?,
¿escuchaste lo que acaban de anunciar en la radio? Esa inestabilidad y la
comprensión inmediata de que el esfuerzo que significa pensar, anotar, escribir
y corregir una nota periodística es importante y valioso porque llegará en un
día a miles de lectores, es al mismo tiempo la certeza de que en pocas horas
ese material irá siendo empujado hacia el olvido por otros miles y millones que en ese mismo momento se están
gestando, escribiendo, filmando, editando en los cientos de países que suman
más de siete mil millones de individuos en el gran hormiguero humano.
Esa
comprensión ha sido, sin dudas, lo que decidió a Gladys Seppi Fernández, no
hace mucho, a recopilar y seleccionar sus notas periodísticas publicadas en los
últimos veinte años en diferentes medios gráficos de nuestro país y del
extranjero. La intención ha sido rescatar, recuperar para antiguos y nuevos
lectores reflexiones, comentarios y críticas que indudablemente han sufrido las
consecuencias mencionadas sobre que, parodiando a Marx, todo lo que se publica en los medios
se disuelve en el aire”. Y qué mejor soporte, entonces, que un libro, el libro
que a pesar de infantiles predicciones sobre que tiende a desaparecer hoy sabemos que se editan en nuestro planeta
más de un millón de títulos por año en todos los idiomas, en todos los géneros,
desde autores que publican algunos pocos ejemplares a las de docenas o cientos
de miles de las editoriales que mantienen y sostienen con millones de dólares el monopolio que
todos conocemos.
Ahora, luego de una breve introducción, vamos a hacer un rápido repaso al libro de
Gladys, “NOTAS PERIODÍSTICAS. ARTÍCULOS DE OPINIÓN EN MEDIOS GRÁFICOS” que nos ha convocado para
volver a encontrarnos, para escuchar los argumentos sobre porqué valdría la
pena adquirir un ejemplar y otras menudencias del folklore ya clásico que es
presentar un nuevo libro, un rito amable semejante a un bautismo, al acto de entregar
un nuevo hijo de la cultura a la
sociedad.
Pero antes una
breve reflexión. En uno de sus libros, el filósofo Claudio Naranjo se plantea,
como lo hacemos nosotros, como seguramente lo hace Gladys, este pensamiento:
“¿Qué hacer, entonces, en estos tiempos en los que se agrava la inoperancia del
sistema político económico que hemos
creado hasta alcanzar niveles catastróficos de pobreza, hambre, insalubridad,
degradación ambiental, ética y cultural?”.
Una pregunta que
nos alerta junto a muchos otros temas sobre los cuales hemos conversado
largamente con la autora de este libro sin llegar a una definición precisa. Y a
propósito siempre recuerdo que al final de la película “La lista de Schindler”,
algunos prisioneros que acababan de ser liberados, reúnen sus pocas pertenencias
de oro con las cuales forjan un anillo que entregan al hombre que los ha
protegido y salvado de la muerte, una simple argolla que lleva inscripto un
pensamiento de la sabiduría del Talmud que dice; “Quien salva a un hombre salva
a la humanidad”. Creo absolutamente en esta revelación porque es posible que
mucho de lo que la sociedad quiere salvar debiera ser abandonado y mucho de lo
que la gente no quiere o desprecia debería ser recuperado.
Ahora sí vamos
al encuentro del libro de Gladys con muchas ganas de meternos en cada página
pero obviamente eso no será posible, de modo que haremos contacto con algunos
de sus artículos de los que extraeré fragmentos para ir ilustrando las
intenciones no solo literarias sino también, y muy especialmente, su posicionamiento
ético y espiritual frente al devenir de la sociedad en la que ella ha sido una
gran educadora y fue y sigue siendo madre, abuela y amiga de todos quienes la
conocen y respetan.
En “Elevar al
hombre a su humana dimensión”, la autora nos dice: “Época de cambios, de
movimientos vertiginosos, de imágenes en permanente mudanza fueron éstos a los
que hemos ya asistido y que dan como resultado que todo un mundo aldeano, muy
cercano en el tiempo, apenas décadas nomás, haya sido reemplazado hoy por las
maravillosas máquinas de la técnica y de las ciencias que tanta más comodidad y
bienestar procuran”.
¿Y qué dice
sobre uno de sus temas preferidos, la felicidad? Ella tiene y expone sus puntos
de vista al mismo tiempo que advierte; “¿Acaso ser feliz es colmarse de
placeres, de cosas como nos hace creer el hedonismo reinante sumado a lo que
dicta la sociedad de consumo? ¿Es darse los gustos y tomar y hacer uso de todo
lo apetecible?” Cuando ustedes lean el artículo “Felicidad, ¿una palabra
posible?”, podrán redondear algunas ideas fundamentales sobre el tema para
compartir o discutir porque, pienso, no es fácil que logremos un rápido
consenso sobre esta delicada, sutil y casi inaccesible aspiración de los
humanos que es llegar a ser humanamente
felices.
Sobre otro de
los grandes temas para la reflexión, cita al comienzo de su artículo “Llamado a
la espiritualidad”, una frase del teólogo y filósofo Leonardo Boff, cuando este
dice: “La espiritualidad permite vivir con reverencia el misterio de la existencia,
con gratitud al don de la vida y con humildad el lugar que ocupamos en el
universo”.
Gladys Seppi,
refiriéndose al actual papa Francisco, dice en uno de los párrafos que:
“Espiritualidad se asimila a calidad humana, ya que el que vive espiritualmente
es quien logra zambullirse en su profundidad, en su ser auténtico, y una vez
que ha recorrido aquello que hace su vida valiosa, se afirma en su existencia,
se encarna en el mundo y desde un sentimiento de unicidad y autonomía, timonea
la construcción de su destino, la de su ser verdadero”.
Los miles de
lectores que muy temprano compran un ejemplar de su diario preferido se
encuentran periódicamente con alguno de los textos de Gladys, pero ella, como es lógico, no siempre recibe una devolución porque eso es
casi imposible, aunque, para confirmar la valía de lo que escribe, cada tanto
se encuentra con alguien que le dice: “Me alegra conocerla, señora Gladys, leo
todos sus artículos, me gustan”, y otro algo más entusiasta agrega: “No sólo leo sus trabajos sino que los
recorto y los guardo”. Para cualquier autor, comentarios como estos, más que
un aplauso, son el combustible para seguir cargando las baterías de la
creatividad.
En la
presentación de la nota titulada “La cultura que nos atrasa”, es el editor del diario Nueva Rioja, quien
sintetiza la opinión sobre el artículo diciendo: “Asistir a las grandes
universidades del mundo no solamente significa estimular, vigorizar el ánimo
estudiantil, ampliar la mirada y enrolarse en los últimos conocimientos, sino
abrir la mente a las grandes
posibilidades humanas con las que se podrán introducir mejoras en la calidad de
vida de los pueblos de origen, contribuyendo así su engrandecimiento”. Excelente resumen del trabajo escrito por Gladys.
En “Sí a la
vida”, referido al desprecio a uno mismo, la ausencia de sentido existencial
por parte de muchos jóvenes, carencia que incluso puede llevarlos a quitarse la
vida, la autora expresa en uno de los párrafos: “ Hoy, más que ayer, es necesario
reforzar reflexiones y conocimientos porque los niños y los adolescentes
reciben una andanada de mensajes interesados y contradictorios que penetran el
ámbito familiar, muchas veces agravado porque aún en el mismo hogar se viven
situaciones de abandono, ausencias, mal humor, resquebrajaduras que afectan su
orientación vital. Nunca ha sido tan
urgente y necesario cubrir los vacíos provocados por la hora difícil que
vivimos”.
Como una mujer
que ha pasado la mayor parte de su vida educando alumnos y al mismo tiempo
criando, sosteniendo y orientado a hijos y nietos, Gladys toca con rigor y
certeza en muchos de sus artículos el tema de la educación, de la familia, de
la responsabilidad del estado en estos asuntos que con seguridad deben haberle
ganado la antipatía de muchos funcionarios que reciben periódicamente sus
ácidas y acertadas críticas, como cuando escribe: “Malo será si los chicos
crecen sin ideales existenciales, si se sienten dueños del poder porque no se
les muestran parámetros ni límites y se los deja crecer sin un afecto auténtico
y nutricio”.
Como hemos
dicho al inicio, los temas del libro aunque hayan sido publicados la semana
pasada o hace veinte años, siguen vigentes
tal como nos lo demuestra la filosofía de la historia a la que pocos
acceden porque la ignoran o porque siguen creyendo ingenuamente en una
fantasiosa evolución del hombre. El hombre tecnológico crece a una velocidad
nunca sospechada, pero las dimensiones emocionales y la conciencia espiritual
de la humanidad no sólo se evidencian estancadas sino que por momentos
pareciera que estamos experimentando un alarmante retroceso.
En “Lo que
dice la ciencia: la lectura cambia el cerebro”, cita un pensamiento de John F.
Kennedy quien escribió que “Amar la lectura es cambiar horas de hastío por
horas de inefable y deliciosa compañía”.
Un tema actual, al que Gladys no solamente ha dedicado artículos para
diarios sino un libro completo sobre la comprensión lectora, sobre el drama de
niños y adolescentes (y agregamos, adultos) que no comprenden lo que leen y, en
consecuencia, si no comprenden lo que dice un escrito significa que jamás
podrán leer ni comprender el gran Libro de la Vida que está ahí, disponible,
sin costo pero que lamentablemente muy pocos acceden a él.
Vamos
salteando páginas, seleccionando a gusto algunas notas entre las que
encontramos, por ejemplo: “¿Qué leen los docentes?” Si el maestro no lee, ¿qué
derecho tendría él para exigir que lo hagan sus alumnos? La autora, incluyendo
a los docentes como parte de nuestra realidad social y cultural, se plantea:
“¿Que los docentes no leen? ¿Por qué habría de extrañarnos? ¿Acaso no son
ellos, también, habitantes de un país en el que la mayoría no lee, no busca
información, descree o ni siquiera se pregunta sobre los beneficios formadores
de la buena lectura? No es necesario aclarar que jamás se refiere a todos los
educadores pues bien sabemos que en cualquier gran ciudad o en humildes
localidades siempre está el maestro, la maestra que componen las honrosas
excepciones.
A veces
escuchamos, casi como una risueña y justificadora definición, algo así como que el libro ha muerto cuando lo
que en realidad lo que está muriendo es
la curiosidad, el gusto por la renovación, por el descubrimiento, por sentir
que le hacemos gestos de desprecio a la vulgaridad y a la mediocridad que nos
condena a no ser más libres, más esencialmente vivos.”No leo para saber más,
leo para saber vivir”, escribió Jaim Etcheverry, completando otra colaboración
de Gladys que tituló “Beneficios de la lectura”. Tal vez la peor pobreza,
pensamos, sea no solamente la falta de
pan sino el hecho de haber pasado por la vida sin leer por lo menos un libro.
Una buena
parte de su dedicación no solo profesional sino también intelectual ha sido
para Gladys Seppi su entusiasta fervor por la educación de niños y adolescentes
que ustedes pueden encontrar en el
capítulo III del libro que estamos comentando: “Familia, adolescencia y
juventud”. La familia y su responsabilidad no solo en el cuidado y crianza de
sus hijos sino y muy especialmente en su protección cuidadosa frente a los
peligros de una sociedad enferma de violencia y desarreglos emocionales.
Tendrán
ustedes, además, la oportunidad de
compartir con la autora temas tan actuales como son la familia y la crisis contemporánea,
la realización de los jóvenes, mujeres y varones; la violencia en la escuela
con el acoso y las golpizas, los riesgos mortales de las drogas que los va
convirtiendo en lastimosas víctimas que deambulan como sonámbulos creyendo que
siguen despiertos.
En sus
intentos por mostrar sus atinadas opiniones Gladys Seppi ha dedicado también un
capítulo a temas relacionados con la política, la sociedad, el gobierno y el
estado advirtiendo sobre los peligros que significa para la salud de la
República la confusión intencionada y maliciosa de los roles que han
desvirtuado como nunca el espíritu de la democracia en la que hemos tenido la
fortuna de volver a vivir después de los insanos y crueles años de las dictaduras
militares.
Así ustedes tendrán la oportunidad de
leer y analizar temas tan vigente como el populismo, la enfermedad del poder,
el desequilibrio entre los tres pilares de la nación: su administración, la
justicia, el parlamento; y otras endemias bien conocidas pero hasta hoy
lamentablemente mal combatidas como son los privilegios indignantes, la
corrupción que multiplica la pobreza y
las enfermedades que van identificándonos como perdedores en las estadísticas
internacionales referidas al comercio, a las tasas de inversión, la cultura, la
educación que podemos ver diariamente representadas en los principales
programas de una televisión que hace que un asaltante callejero pase a ser por
algunos días un astro invitado de un canal a otro y por cuyos motivos, gracias
a perversas imitaciones, en una semana
aparezcan cientos de delincuentes a bordo de motocicletas robando y matando sin
piedad.
Si con una
sola palabra o una frase podemos inspirarnos para escribir un poema o un
relato, cuanto más podríamos añadir sobre este libro cuya lectura recomiendo
sinceramente. Un libro que ahora es una especie de pequeña arca
en la cual su autora intenta guardar y
dar nueva vida a sus papeles de trabajo intelectual con la justa expectativa de
que a partir de este momento no sean barridos por la violencia de la fugacidad.
JUAN COLETTI