NO SÓLO POR LA VIDA SINO POR SU CALIDAD
VIDA Y TRANSFORMACIÓN
“El mensaje de los grandes maestros espirituales coincide en afirmar que la única revolución que da resultado es la íntima transformación de cada ser humano”
Stanislav Grof
El uso de la “píldora del día después” ha generado posiciones contrarias que ya están puestas en la mesa de una discusión que sería bueno se produzca. Los titulares de los medios han puesto a disposición de los posibles comensales platos con ofertas muy diferentes, mejor decir opuestas y tanto es así que están servidos en los extremos. Ambos, por cierto, alientan la defensa de la vida pero lo hacen desde posiciones diferentes y ponen, además, su atención en distintas etapas del desarrollo humano:
Una de esas perspectivas mira la vida que nace con el agregado de un condimento a la discusión: la vida nace en el momento de la fecundación y no en el de la anidación en el útero.
La otra protege la vida de la madre que ha mantenido relaciones sexuales y que, por motivos personales, no desea quedar embarazada, sea una adolescente o una mujer casada que ha descuidado los métodos anticonceptivos en el momento de practicar el coito.
En estos tiempos es muy común el embarazo de la mujer adolescente y hasta apenas púber que es arrastrada por la corriente imperante de una libertad sexual mal entendida y practicada inconscientemente, en estado de inmadurez, con absoluta irresponsabilidad y, peor aún, sin conocer ni reflexionar sobre los graves riesgos que corre no sólo ella como mujer sino el varón y, lo que es muy grave y poco tenido en cuenta aún: la calidad de vida de la descendencia.
Sabemos sobre esos riesgos pero es bueno insistir sobre ellos: En cuanto a la mujer, hablamos de enfermedades físicas y psíquicas, los que provoca la muerte por abortos mal realizados, sin asistencia o embarazos no deseados, mal acogimiento del hijo por una maternidad inmadura, terribles traumas, adicciones que degradan la calidad de vida, a los que se suma el varón cuando debe enfrentar una paternidad irresponsable, forzados y malos matrimonios que conllevan la formación de familias poco o escasamente contenedoras y hasta violentas, y una cantidad de etcéteras inquietantes.
Pues bien, en medio de esas posiciones- que a continuación pasamos a analizar más detalladamente- queda un inmenso vacío. Partiendo de un acuerdo básico que defiende toda vida desde la concepción, decimos que hay que atender al espacio no tratado que deja sin cuidados a la vida que se desarrolla y que la mayoría de las veces se malogra y hasta se deshonra, asuntos que hasta el momento parecen haber quedado fuera de toda preocupación y discusión.
Veamos las posiciones a las que hacemos referencia:
Unos suponen que, ante los hechos consumados, la mujer debe responder teniendo el hijo ya concebido, que es una vida que “no matarás”, de modo que la solución es que, sujeta a las consecuencias, deberá afrontarlas, aunque el embarazo sea el producto de una excitación pasajera, de un estado de inconsciencia y más aún bajo los efectos del alcohol, drogas o estimulantes de todo tipo a que echan manos los mercaderes del sexo para sujetar sus voluntades. Y no debemos obviar los casos cada vez más numerosos de mujeres violadas, las víctimas de la violencia sexual del varón de los que solo en una pequeña proporción llegan a ser conocidos y denunciados.
Otros, para prevenir embarazos proveen a los posibles usuarios de anticonceptivos como la famosa píldora con lo que parecen decir: “Vayan, disfruten, hay que satisfacer el deseo o la pulsión o como quiera que cada uno lo llame porque hay métodos que los protegen de las consecuencias”. De esa manera se ofrecen asesoramiento o instrucciones sobre uso de anticonceptivos para preservarse de enfermedades y embarazos indeseados y, cuando esto ya no es posible, se da la solución de la “píldora del día después” – cuya distribución se acentúa en fechas de alto riesgo, los fines de semana o festejos de alta estimulación sexual como es el 21 de septiembre.
Veamos los argumentos con que se defienden ambas posturas:
Un titular de LA NACIÓN del 3 de septiembre del 2003 que anuncia con el titular “La píldora del día después, gratis para todos, aclara que es un recurso de emergencia “que evita el embarazo al bloquear el ascenso de los espermatozoides hacia el útero en busca del óvulo”.
Entre otros conceptos la nota de referencia dice que la mayoría de los laboratorios considera que la píldora no es abortiva porque un ovocito no implantado no es una vida humana, por lo que defiende su empleo aclarando: “A través del tiempo, el número de embarazos adolescentes aumentó considerablemente en la franja de chicas entre 12 a 15 años, convertidas de buenas a primeras en mamá. (El 10% por ciento de embarazos pertenecían en 1996 a adolescentes y va en ostensible aumento”.
En LA VOZ DEL INTERIOR (26 de julio de 2008), se anuncia que: “En septiembre se normalizará el reparto de anticonceptivos” y se recogen declaraciones de la titular del Programa de Salud Sexual y Procreación del Ministerio de Salud de la Nación, Ana María Suppa, quien asegura el apoyo de Desarrollo Social y Educación.
Este programa- se dice en la nota de referencia- se basa en la ley nacional 25,673 de 2002 y se aduce que su objetivo es “Disminuir la mortalidad materna, ya que entre el 29 y 30 % de muertes maternas que ocurren en la Argentina tienen su origen en abortos.” En el marco de ese programa se prevé que las personas reciban información actualizada, consejería en la materia y atención de calidad, además de acceso gratuito a los distintos métodos anticonceptivos (orales, inyectables, dispositivos intrauterinos, píldora del día después, etc.) en los centros de salud de todo el país.
El Ministro de salud de la Provincia ha adherido a este programa porque “más allá de consideraciones de cualquier tipo, es vocación y también obligación de su Ministerio salvar vidas”.
Estadísticas fatales, abortos mal realizados, muertes de madres adolescentes fundamentan esta posición:
“El número de jóvenes de menos de veinte años que enfrenta la maternidad está en aumento. Más allá de los riesgos biológicos, pesan los psicológicos y los sociales”. LA VOZ DEL INTERIOR- 28 de abril/99
En otra parte se lee: “El riesgo biológico es mayor hasta que la madre cumple 15 años porque la adolescente no ha cumplido con su propio desarrollo. Además las jóvenes están más expuestas a perder su pareja y la protección de la familia a la que suelen integrarse con un nuevo miembro complicando más la convivencia”.
Y sumando otros datos de la realidad se apunta: “La ilegalidad del aborto no disminuye su existencia: en nuestro país se registran cuatro abortos por cada embarazo que llega a término”.
Para agregar un aspecto más a la discusión, en la referida nota de LA NACIÓN- 3 de septiembre de 2003- Raúl Petrinelli, opina que “ la vida humana comienza cuando el ovocito es fecundado por el espermatozoide porque en ese instante se restablece el número de cromosomas(46), se forma una célula nueva y completa y se produce la determinación genética del sexo, es decir, que en la fecundación, nace un ser único e irrepetible, fácilmente determinable como tal por su ADN, que después de una semana de crecimiento y de un complejo proceso de diferenciación llega a la cavidad uterina para implantarse”, términos que nos acercan a la otra postura sobre la que ofrecemos, como un resumen, partes de la nota que escribe Jorge Scala, Abogado de la ONG “Mujeres por la vida”, publicado en LA VOZ DEL INTERIOR en el corriente mes:
“La Justicia de Córdoba ordenó a la Provincia que no se prescriba la píldora del día después en todo el territorio provincial. Este fallo impide a todas las cordobesas matar a sus hijos mediante la ingesta de estas pastillas. Sean ricas o pobres”.
¿Cuándo comienza la vida?
Para Scala, “el embarazo comienza desde el mismo momento en que se produce el encuentro, único e irrepetible, de un óvulo y un espermatozoide, el momento de la fecundación”.
En la posición opuesta- entre los que se encuentra Francisco Maglio, experto en bioética, y con vasta experiencia como investigador sobre el tema - LA VOZ DEL INTERIOR del 21 /10/05-: “Cuando el espermatozoide penetra el óvulo y se forma el embrión hay vida humana, nadie puede decir lo contrario, pero persona es quien tiene en funcionamiento las tres áreas que hacen a ella: el área cognitiva, afectiva y comunicacional” Y llega aún más lejos Maglio, citando a Santo Tomás: “Hay vida vegetal, animal y vida racional. El embrión se queda en la vida animal” lo que le lleva a opinar - siempre citando a Santo Tomás que “este padre de la iglesia sostiene que en el primer momento de desarrollo y antes de ser feto, no es persona y que se llega a serlo a los 40 y 45 días del embarazo que es cuando surge el surco neural. Y tanto es así que cuando se habla de resurrección de la carne, los embriones no van al cielo”.
Como vemos, lo que se está defendiendo, desde una u otra posición, extremas, diferentes, es la vida. ¿Pero qué vida?
Unos prestan atención a la que nace, otra a la que, en vías de desarrollo, en la adolescencia y juventud, perturba, tuerce, troncha ese mismo desarrollo apresurando etapas, abortando proyectos de vida, poniendo en riesgo de muerte biológica o psicológica y social a quienes deben enfrentar la crianza de un ser que no quieren.
Y, en cuanto a esa nueva vida en gestación, siguiendo estudios más avanzados en psicología profunda como los Stanislav Grof es bueno incorporar a la discusión sus advertencias sobre los efectos que recibe desde el mismo momento de su concepción:
“Existen en los estados no ordinarios de la conciencia aspectos biográficos que hablan a las claras sobre el impacto de los primeros traumas físicos y emocionales y daños neurológicos que se han producido en la etapa intrauterina y que se manifiestan a lo largo de la vida con trastornos visibles y con alto riesgo de irreversibilidad.”- de “La mente holotrópica”.
La lectura de este libro permite deducir que hay un “buen útero” y un “mal útero”, que, mientras en el primero la vida es feliz y serena, en el segundo, hay sustancias nocivas, dañinas y hostiles que transmiten la angustia y el rechazo de la madre. De esa vida intrauterina- recientemente investigada- devienen lesiones y traumas que provocan enfermedades futuras como la depresión, fobias y tendencias sadomasoquistas entre otros males que estigmatizan la existencia.
Ante adolescentes y jóvenes de todos los niveles sociales que están tristes, deprimidos, desorientados, vacíos de sentido, a la deriva y víctimas de los mercaderes del consumo, sería bueno que los adultos empezáramos a poner atención en el cuidado tanto de cada vida que va a iniciarse como de la que ya se está desarrollando, intentando vigorizarla, fortalecerla, apuntalando conductas, decisiones, y uso responsable del cuerpo y el espíritu, de manera tal que los adolescentes, sabiendo de qué se trata esto de su sexualidad, sepan cómo actuar y se valoren, aprecien su existencia y la cuiden y cuiden la de los otros.
Empezar por no escandalizarnos ante palabras básicas como “sexualidad” y enfrentar un tema que a más de un adulto produce escozor, es un comienzo para que enfrentemos los hechos de la realidad actual, con la aceptación- por algunos tan resistida- de una verdad profunda: el sexo existe, existe el deseo sexual como pulsión vital y los genitales están en nuestro cuerpo y tienen un nombre que no es el que le dan los recursos evasivos y eufemísticos y, lo más importante, el joven, tan exacerbado hoy por intereses mezquinos, puede ser encauzado a través del diálogo, enfrentando un tema al que la mayoría de los hogares no se atreven.
Propender a que nazcan futuras personas que se puedan desarrollar en un medio donde sean amados, bien recibidos, alegremente criados, conducidos, contenidos y orientados, seres que tengan una vida de mejor calidad humana, es obligación de nuestro tiempo.
La mesa de la discusión está servida. Hemos tratado de poner no sólo otros condimentos en cada plato sino de sumar otras ofertas que ocupen espacios francamente vacíos. El buen lector sabrá combinarlos hasta encontrar el mejor sabor, el que haga a una vida más plena.
Gladys Seppi Fernández - Autora de EDUCAR LA HUMANA SEXUALIDAD
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