VIVIR LA JUVENTUD EN NUESTRO PAÍS

SER JOVEN HOY



“No es joven quien se transforma en esclavo del hábito, repitiendo todos los días los mismos trayectos. Quien no cambia de marca, no arriesga vestir un color nuevo y no le habla a quien no conoce”.- Pablo Neruda



Las palabras de Neruda alcanzan hoy una gran actualidad, tanto para quienes se sienten físicamente jóvenes pero alcanzados por el desánimo como por los que suman años y falta de voluntad para seguir creciendo.



Es joven el que se decide a hacer un camino nuevo… para ir a alguna parte, lo que nos lleva reflexionar en cómo se vive la etapa de la juventud en nuestro país.

La juventud actual está signada por la percepción de lo fugaz, lo acelerado, incluso descartable, y, si la aceleración es una nueva fuerza social que afecta las conciencias y el modo de relacionarnos, es el sentimiento de intransitoriedad su réplica sicológica. Al reconocer el fenómeno y entenderlo podemos, como dice Toffler, “convertir las crisis en oportunidades y ayudarnos para remontar las olas del cambio, creciendo con una impresión de dominio sobre el propio destino”.
Para los estudiosos sobre el tema, el término “juventud” tiene un contenido social. Esto quiere decir que se supera la etapa adolescente cuando se da la inserción en el mundo laboral, lo cual trae aparejadas nuevas responsabilidades, la principal de las cuales es vivir solo y enfrentar las múltiples tareas que demanda el mantenerse, desde administrar la economía hasta organizar los proyectos de vida.


El deterioro de la economía actual demora la entrada a la etapa productiva de los argentinos por lo que cada día son más los que permanecen en lo que para muchos es una adolescencia demorada y para otros una eterna y falsa juventud.



Pero hay otros factores a tener en cuenta cuando nos preguntamos por qué algunos llegan hasta los 35 años sin definirse. Así, con el título “La eterna adolescencia” de María Cecilia Escribano y Leonardo Blanco, se analiza el fenómeno que abarca a una generación que va desde los 20 a los 35 años, diciendo que,”los que transitan la edad, son demasiado grandes para ser adolescentes y con pocas posibilidades para ser adultos”.



Pero además de vivir en un país que no da posibilidades a la inserción juvenil, los chicos tienen sus propias concepciones de rechazo a las etapas que continúan la vida, como si no pensaran que el correr del tiempo los lleva inevitablemente a ellas.



Es bueno atender a lo que Neruda propone para algunos males: “Quien no lee, quien no encuentra gracia en sí mismo, quien no se deja ayudar, quien pasa los días quejándose de su mala suerte o de la lluvia incesante, quien abandona un proyecto antes de iniciarlo, quien no pregunta sobre un asunto que desconoce… es realmente muy viejo”. Un viejo vencido.



Por eso es posible escuchar lamentos como el que sigue: “Me da miedo la vejez porque hoy el acento está puesto en lo estético y no en lo intelectual- dice, y agrega una chica de veinticinco años:”para triunfar hay que mantenerse joven. Ya no importa lo que uno es”.



“Los jóvenes no llegan a la adultez porque no existe el futuro” dice el psicólogo Héctor Basile, y según los estudios realizados por la psicóloga social Clarisa Voloschin, “Los chicos quieren ir a vivir solos pero con la condición de poseer el mismo nivel de confort que tenían en la casa de sus padres. Esto los diferencia de las generaciones anteriores que se iban superando las peores condiciones de subsistencia”. Lo que les permitía aprender y fortalecerse- agregamos.



Además, como la sociedad de consumo exige una eterna juventud, aquellos que no encuentran en sus propias fortalezas internas u objetivos vitales un elemento ordenador suelen caer en la trampa de querer conquistar, aunque hayan pasado la frontera de los cincuenta años- una apariencia joven y todos los aportes que venidos del exterior los presenten con un aspecto aceptable para los demás.



El vacío de sentido, la abulia, suelen acompañar la frustración de estos empeños, lo que lleva a lamentables patologías.



El psicólogo español Aquilino Polaina Lorente- que analiza el llamado “Síndrome de Peter Pan” - observa el problema poniendo la mirada en la educación sin responsabilidades que reciben actualmente los chicos, y fundamentalmente en el exceso de mimos con que los padres compensan el abandono en que dejan a sus hijos para cumplir con sus obligaciones laborales.



La familia y la escuela son los ámbitos donde se deben abrir caminos para que los chicos despierten al mundo de los grandes ideales, pongan vela a sus deseos e inicien una vida propia tras los proyectos que no tienen por qué ser demasiado altos sino realizables: empezar por hacerse cargo, mejorar, cuidar y mantener en buen estado el mundo que rodea a cada uno, por ejemplo.



Y siempre con agradecimiento a la vida como dice la sabiduría popular en boca de un conocido humorista cordobés:



“A la vida hay que primeriarla, no sea que le devenga inavenible, porque si a usted se le pone que es mala no hay quien le saque el empacho, y porque todo lo que es de gobierno propio, salú del alma, contentura estable, alegría al paso, chochera diaria, güena onda, todo eso no depende de otro dependedero que no sea el de uno mismo”. Palabras de José Luis Serrano (Doña Jovita).

Contentura, alegría, chochera diaria, son expresiones ausentes en el espíritu juvenil y por cierto en el de muchos, demasiados adultos.


Sin embargo, es bueno pensar que, de no ponerle “güena onda al día”, tanto adultos como jóvenes devienen en un prematuro envejecimiento, en un vacío que no se sabe localizar pero que está en el interior, escondido, envenenando los días con la niebla de la apatía y la depresión.



Los que padecen un profundo vacío existencial, la sensación de un negro y peligroso hueco que exige ser llenado de cualquier manera, dejan paso a la droga, el alcohol y cualquier tipo de dependencias que suelen producir la engañosa sensación de sentirse colmados. A ese estado interior se refiere también Doña Jovita describiendo con profunda gracia:



“Pa las cosas de adentro, las que templan la sangre, no hay otra que agradecer el sol de cada mañana, a la tierrita que levantamos cuando vamos yendo. Ahí no entra “la gestión kisner”, ni los almanaques que hemos pasao, ni el lugar donde nos ha tocao trajinar”.



Neruda aporta algunas recomendaciones que refuerzan aún más estas ideas:



“Si te vas a calentar que sea al sol; si vas a engañar que sea a tu estómago; si vas a llorar que sea de alegría; si vas a mentir, que sea la edad; si vas a robar, que sea un beso, si vas a perder, que sea el miedo, Y si existe hambre que sea de amor. Si es para ser feliz… que sea todo el tiempo”.



Por suerte son cada vez más, aunque escasos, los adultos que empiezan a reflexionar sobre estos temas y se animan a transmitirlos a los jóvenes, aquéllos jóvenes que tienen un espíritu realmente predispuesto al diálogo porque como dice doña Jovita, “a la vida hay que primeriarla”.



Gladys Seppi Fernández

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