“En cinco años en la Argentina 2008 niñas
menores de catorce años tuvieron un
hijo”. “Admiten que creció el abuso sexual de niños de 6 a 11 años”, son algunos
de los alarmantes titulares que recientemente ha publicado La Voz del Interior.
Ambos temas,
entre tantos de cada día, denuncian
graves falencias, yerros que, como la mayoría de los que más nos preocupan, afectan
los vínculos humanos que pertenecen al campo de la sexualidad.
Sin
embargo esta última palabra aún produce
escozor, y el hablar sobre los temas que a ella se refieren, que son los de la
vida, es rechazado por demasiados adultos, padres muchos de ellos, por lo que
es común escuchar de sus bocas frases como:
“Creo
que la educación sexual debe ser impartida en el hogar, que el tema atañe a lo
íntimo y que no puede ser la escuela la encargada de hacerlo”.
Las maestras- con quienes hemos mantenido
diversos diálogos- también dan cuenta de la falta de apoyo familiar para dictar
educación sexual en la escuela: “¿Hablar
de ecuación sexual con los alumnos? No, yo no me atrevo a hacerlo, ¿y después
qué hago con los padres que vienen a quejarse?”, o “No quiero tener problemas con los padres, ellos escuchan la palabra
“sexualidad” y piensan que vamos a hablar del acto sexual y no quieren que nos
ocupemos sobre el tema en la escuela, de manera que no quiero dar esta materia, no tengo por qué
pasar más disgustos”.
Otro
de los pretextos que se utilizan para postergar este tratamiento es la falta de
preparación y la dificultad de encontrar los temas a desarrollar. ¡Como si no
estuvieran presentes cada día y en todos los ámbitos! Como si la realidad no
los brindara a manos llenas y a la vista de todos.
Aunque
los adultos de hoy no fuimos preparados para enfrentar nuestra realidad
sexuada, la realidad aprieta y vamos
advirtiendo cuán profunda conexión existe entre sexualidad y vida, de tal manera que cuantas preguntas, observaciones,
comentarios, vivencias tengamos diariamente nos remiten a hablar de los
géneros, de los sexos, de las edades del
desarrollo humano, de las uniones, buenas o malas, de los resultados de esas
uniones, de los desencuentros de las parejas y sus desavenencias, de los
divorcios, de los hijos, de su crianza,
muchas veces de su abandono, de su mala
o buena conducción, de la felicidad, de la potenciación de fuerzas, de
la violencia… porque todo lo que nos pasa, las frustraciones, las perversiones,
las actitudes ante la vida, los deseos de ser más y mejor o el estado
contrario, la depresión en que tantos van cayendo, dependen de cómo vivimos, de
cómo hemos resuelto la herencia de los viejos mandatos y de cómo hemos
aprendido y decidido vivir nuestra
sexualidad.
Sobre los temas, entonces, no hay dudas, podemos decir que aparecen en nuestra vida cotidiana, se meten en el hogar a través de las noticias, se llevan a la escuela en los comentarios. No hay que salir a buscarlos ni cerrar las puertas del aula para decir: ahora vamos a hablar de temas ocultos, secretos, íntimos, sino que se debe soltar la mirada alrededor y allí encontrarlos.
Sobre los temas, entonces, no hay dudas, podemos decir que aparecen en nuestra vida cotidiana, se meten en el hogar a través de las noticias, se llevan a la escuela en los comentarios. No hay que salir a buscarlos ni cerrar las puertas del aula para decir: ahora vamos a hablar de temas ocultos, secretos, íntimos, sino que se debe soltar la mirada alrededor y allí encontrarlos.
Los
temas a tratar no permiten dilaciones. Además, los chicos están necesitando y
esperando que los adultos les aclaremos con palabras y ejemplos las ideas muy
confusas que tienen sobre algo que afecta su existencia, su vida sexual, sus
pulsiones, la fuerza de la vida de su despertar hormonal.
¿Acaso deben
los mayores oponerse a dialogar sobre estos asuntos? ¿Acaso desconocen el poder
de la palabra, de la prevención, de la reflexión? ¿Acaso la mayoría de los
padres habla de sexualidad en su hogar y en tal caso cuál es el nivel de
conocimientos del que disponen para tratar el tema adecuadamente?
¿Han ampliado,
para empezar, su visión para sacar la
palabra “sexualidad” del marco estrecho
que la limita al acto sexual, dándole el
significado amplio que la relaciona con los vínculos construidos por el
ser humano a partir de los encuentros, elecciones y decisiones? ¿Han sopesado
que a partir de esos vínculos se generan vidas más o menos felices o desdichadas?
¿Han realizado las necesarias autocríticas como para sacar conclusiones de cómo
llevan adelante su propia relación de pareja y de padres, su propia sexualidad?
Hacemos
preguntas que deben llegar hasta el meollo y sin concesiones para descubrir si
somos o no personas auténticamente felices, gozosas, maduras, optimistas,
activas, satisfechas con la existencia.
De nada valen
las palabras si los adultos actuamos fragmentariamente, si hay disociación
entre el decir y el obrar y no vivimos adecuadamente nuestra propia sexualidad,
la que exhibe una auténtica armonía vital producto de una construcción armónica
de nuestra existencia, si no somos sexualmente maduros como para vivir, ya
sea solos o en compañía en estado de
plenitud.
Si no hay paz
en el hogar, si el padre o la madre violentan física o psíquicamente al
compañero, si no se respetan, si cada uno hace con su vida lo que le viene en
ganas porque “hay que disfrutar, pasarlo bien, gozar”, la buena sexualidad está perdida y esto quiere decir que también se pierde la posibilidad de hacer una buena vida
y transmitir un buen ejemplo a los descendientes. Educarlos sexualmente.
Por
otra parte: ¿Qué actitud asumen los padres cuando una hija púber les da la
noticia de su embarazo? ¿Qué respuestas dan a la niña que acusa a un familiar,
a un vecino, a un conocido que la ha violado? ¿Saben de los padecimientos
psíquicos y físicos que afectarán a la niña o al varón de por vida a partir de
la violación de su intimidad? ¿Conocen las consecuencias de las relaciones
sexuales prematuras, el daño que sufre el aparato psíquico, el fracaso de un
matrimonio forzado en plena etapa de inmadurez, las marcas que deja el aborto, la importancia que tiene para la vida
humana la relación de la madre con su bebé, etc.?
Todos
estos temas son motivo de estudio dentro del ámbito de la sexualidad, y para
conocerlos hay que leer, prepararse, asombrarse, admirarse- primero hacerlo los
mayores para poder transmitirlo a los chicos- no sólo por la misteriosa ingeniería
biogenética que va transmitiendo la vida de generación en generación sino también
por el plan de desarrollo lento y progresivo que permite que los hombres
crezcan, maduren, lleven al máximo sus potencialidades y cumplan con su destino
logrando un estado más satisfactorio y feliz
que el que actualmente existe en tantas vidas.
Para alentar la puesta en práctica de
la educación sexual en la escuela, diremos,
que la experiencia demuestra que si bien los padres mantienen inconscientemente
una forzada resistencia al abordaje del tema sexual, cuando advierten la buena
conducción de alguien preparado, bien orientado como debe serlo un buen docente,
dejan de lado sus prevenciones y desconfianza y hasta agradecen que alguien
haga lo que ellos no se atreven o no saben hacer.
Será
la adecuada preparación, el saber, la investigación sobre los misterios hasta
ahora inexplorados de la sexualidad lo que vendrá a dar respuestas a tantas
incógnitas sobre el comportamiento humano en relación al género a que se
pertenece, fortaleciendo en el docente la convicción de que es necesario que se dedique sin demora al
estudio compartido con sus alumnos, convencido, esta vez, de que es ineludible
y elevada esta misión, esta nueva
responsabilidad que se le ha encomendado.
Asumir
con coraje y convencimiento el dictado de una materia esencial es el desafío
actual. No existe asignatura que tenga tanta conexión con la vida, que
proporcione temas de mayor interés por
su contacto con la realidad y que merezcan ser desarrollados porque de ellos
dependen vidas, estados de satisfacción o depresión y hasta muertes prematuras
provocadas por una elección errada y vínculos signados por sentimientos
negativos como celos, desconfianzas, deseos de dominación…estados de inmadurez
que deben ser superados.
Ha llegado el
momento de enfrentar el dictado de educación sexual, con responsabilidad, con
una base de adecuados conocimientos, convencimiento y, por sobre todo, con auténtico y sano entusiasmo.
Entonces puede
darse la posibilidad de que dentro de un
tiempo los titulares de nuestros diarios hablen de la disminución de embarazos
de adolescentes y de niños abusados, entre otros males que la educación sexual
está destinada a prevenir y corregir.
Gladys Seppi Fernández
Autora de “Curso de educación sexual”