CRISTINA
EJEMPLO DE UNA MUERTE DIGNA
Faltan escasos días para el 26 de julio, fecha en que íbamos a realizar la reunión familiar de los primos Seppi, y vos, Cristina, hermana querida, que eras de las más entusiastas propulsoras de esta fiesta y hacías planes y leías lo que vengo escribiendo sobre nuestra familia, la Seppi, y dabas ideas y hasta hacías sugerencias y correcciones, acabás de entrar en un túnel sin posible regreso. A menos que se produzca un milagro, dicen algunos; ya no hay esperanzas, dicen los más; cuánto más se acelere su muerte menos sufrirá, decimos los que te amamos, (y hasta nos sorprendemos de decir lo que decimos y hasta de la calma con que lo hacemos).
Sin embargo, hasta hace una semana todos te veíamos tan bien, tan alegre y dispuesta, tan segura de que ibas a vencer al monstruo que te había nacido en tu cuerpo, que pusimos toda la mirada en la fiesta en que nos reencontraríamos con tantos primos a los que nos une un gran afecto, un profundo cariño que heredamos de nuestros padres y que se tejió en la infancia mediante reuniones, visitas y las ondas que emanan de la solidaridad familiar, de la preocupación por el otro, que son las que fundaron y crecieron a nuestra familia grande y que fuimos alimentando en encuentros, comunicaciones y sucesivas reuniones.
Y ésta era especial, íbamos a recordar a un primo querido, a Osvaldo que hace apenas tres meses- el 15 de abril- dejó sorpresivamente la vida provocando ese estupor que genera lo inesperado cuando el protagonista es un ser muy querido.
Ahora, sos vos, hermana, adorada Cristina, la que está quieta, casi inmóvil, inconsciente del mundo que te rodea, de los que te aman y lloran por vos, de los tantos que te amamos y no sabemos, porque no está en nuestras manos, cómo ni qué hacer para que vuelvas a estar consciente, vivaz como eras, toda voz y presencia.
Pero ahora, te estás muriendo, hermana, definitiva e irremediablemente.
Estás muriendo de a poco, mil veces muriendo (¡Como quisiéramos saber qué pasa con tu conciencia, qué sentís, qué estás pensando si es que todavía podés hacerlo!).A cada instante tu cuerpo se va entregando, va abandonando alguna de sus funciones vitales y sólo te va quedando la agitada respiración, la mirada perdida, alguna queja que hoy, día martes 14 de julio está también desapareciendo.
Apenas respiras, Cristina, y ya no respondes abriendo los ojos a nuestros llamados que suenan en el vacío porque vos no parecés saber de nadie, de ninguno de los que te estamos mirando