" La educación sexual debería... "

LA EDUCACIÓN SEXUAL DEBERÍA DESPERTAR ADMIRACIÓN Y RESPETO

Los nuevos tiempos, los cambios sociales y sobre todo la filosofía hedonista y consumista vigente van virando la dirección de la mirada humana, de manera que cosas, notas, paisajes y situaciones, tal vez las mismas, tal vez las infinitamente repetidas son vistas como por primera vez. Eso hace a los cambios, muchos de ellos buenos, para el crecimiento, para asomarnos a lugares desde donde se ve más y mejor, aunque haya errores en esta mirada que cambia de perspectiva.

Con el tema de la sexualidad pasa así. Años, siglos, una eternidad ignorando su existencia, acallándola y de pronto la necesidad de enfrentar su realidad y su nombre porque el sexo se ha puesto a andar, sin hacer caso a las antiguas prohibiciones, sin el pudor de antaño. Con sus consecuencias felices o devastadoras, que tiene en sí tanto de vida (Eros) como de muerte (Tanatos).

En estos tiempos surge la necesidad de poner al sexo en un cauce y aparece la responsabilidad de los mayores, de los padres, de los docentes por no haber sabido enfrentar la realidad de su fuerte existencia.

No podemos callar porque el tema ya era explícito aunque no lo quisiéramos ver y aunque les dijéramos a nuestros hijos sin muchas explicaciones que tal o cual programa de TV no debe verse, tal cuento no debe escucharse o tal zona del cuerpo no debe tocarse. Los adultos estamos obligados a observar de una nueva manera ese objeto al que rehuíamos. Si no lo hacemos con conocimiento y preparación, cometeremos errores imperdonables como los que han merecido tanta atención de la prensa en estos días.

Admiración y asombro

La intención de esta nota es proponer que la nueva mirada que exige la humana sexualidad pase, sin extraviarse, por el tamiz de la admiración y el asombro. Esas palabras debieran ser puestas en la intención primera y fundamental de quien realice el acto de educar sexualmente.

Quienes han redactado la ley 26.150 que obliga a dictar la materia en la escuela no han puesto especial acento en ellas, pero sería bueno y provechoso que los docentes, los padres y los que estamos interesados en el tema, lo hiciéramos.

Lo que parece no tenerse en cuenta es que la sexualidad es la vida misma y que el diario existir nos ofrece a cada instante motivos para tratar en forma natural un tema que ha sido calificado como complejo y difícil.

¿Complejo? Sí. Lo es. Como el nacer, como el vivir, el crecer, el morir. Por eso pueden aparecer para su tratamiento las mil y una aristas de una realidad que tiene como protagonistas a hombres y mujeres, jóvenes, adolescentes y también adultos mayores, todos acuciados por urgencias corporales, emocionales, sentimentales a las que no sabe dar respuestas.

¿Difícil? Claro que lo es, como difícil, impenetrable, es el misterio por el que se nos da la vida, la increíble conjunción de células microscópicas que se unen para formar un cigoto que es el germen que contiene nada más y nada menos que un ser humano nuevo, diferente, único.

Día a día, segundo a segundo, vienen nuevos seres al mundo y en el seno de miles de hogares se produce una fuerte conmoción por esa prometedora llegada. Sin embargo, ¡qué poco o nada se habla sobre cómo ha eclosionado esa nueva vida! Como si el hecho original, el acto amoroso que unió el cuerpo de un hombre y una mujer en nombre del amor que les latía, en nombre del encuentro en que estaban comprometidos, no mereciera ser tratado, hablado, reflexionado de una manera ejemplificante y formadora.

Enaltecer lo sexual

Enaltecer el tratamiento de lo sexual es tarea de los mayores, develar los tabúes, los traumas que alguna vez nos protegieron pero que ahora son motivo de mofa para los jóvenes, es nuestra adulta obligación.

Si hace falta agudizar la observación: ¿acaso no basta salir a la calle para encontrarnos con besos de parejas en cada esquina? ¡Cuánto pudiera hablarse de las hormonas que desatan sus bríos juveniles, que despiertan sensaciones, que ensayan un cauce por donde ha de sembrarse una nueva vida!

La educación sexual debe hacer que esa vida nueva sea buena, que encuentre un buen nido, padres dispuestos a dar ternura y no violencia, capaces de encauzar y no de confundir.

Eso es educación sexual: una inacabable red de contenidos, de temas y subtemas cuya aparición no hay que forzar con preguntas mal direccionadas sino con una inteligente observación.

¿Acaso en la escuela no hay una docente ausente porque espera un bebé? ¿Acaso no hay preguntas que muchas veces se callan? ¿Tiene padre ese niño por nacer? ¿Le dará su madre una leche feliz o el niño beberá las hieles de una mujer abandonada, engañada, equivocada por su propia ignorancia?

La educación sexual nos ofrece la manera de encauzar observaciones y preguntas volviendo la mirada hacia lo que está “a tiro” de las vivencias de cada instante. Observar y hablar sobre el tema, reflexionar, generar juicios son maneras directas de ejercer una materia que no debe perder de vista su objetivo esencial: hacer más feliz nuestra existencia, propiciar el encuentro de los adolescentes y jóvenes con su yo mismo, con su auténtica identidad, mostrar un mundo posible de más calidad humana, con uniones logradas por el conocimiento, el proyecto y la responsabilidad. Sobre todo el amor, no el enamoramiento fugaz de la pubertad, sino el que va madurando con la edad cuando el aparato psíquico se constituye y nos da el sí para hacer cosas de adultos con respuestas y responsabilidad de adultos.


EL EMBARAZO NO DESEADO

(Aportes científicos para tener en cuenta)

 A cualquier mujer le puede suceder, esté en la situación y edad en que esté: la noticia de un embarazo puede encontrarla en la mejor o peor disposición para recibir al hijo concebido.

Le sucede a una cantidad innumerable de mujeres que estando casadas y por distintas circunstancias: cansancio, embarazos muy seguidos, mala relación con el esposo, etc. no quieren tener al hijo que acaban de engendrar.

Y si esa reacción es bastante común en las casadas, podemos imaginar el efecto que produce la noticia de un embarazo no buscado ni planificado, en una soltera y, peor aún, en una adolescente.

El embarazo no deseado es cosa de todos los días y su número crece porque, entre la adolescencia y juventud, las relaciones sexuales se han vuelto prematuras y muy frecuentes.

Estimulados por la erotización reinante, por películas cuya intención directa es excitar y por programas televisivos como el de Tinelli, donde todos los frenos inhibitorias existentes han sido cortados por la misma tijerita con la que corta las polleras de sus bailarinas, muchos adolescentes actuales se entregan sin frenos al frenesí del acto sexual.

Y en su vértigo no miden las consecuencias, por cierto. De esa manera los embarazos causados por relaciones ocasionales aumentan. Con ellos las angustias personales y familiares, los cambios en las estructuras de la familia mayor que acoge- o no- a un nuevo ser cuando la hija aún no ha terminado de formarse y en casos muy graves también, se da la formación de familias en que padres adolescentes han de abocarse a una crianza de la que no saben nada.

¿Y cómo habrían de saber si apenas se asoman a la búsqueda de su incipiente identidad y no reciben adecuada información y formación sobre sexualidad?

Por otro lado, una de las soluciones que se da a esta problemática tan frecuente y extendida, es recurrir al aborto.

Algo sabemos sobre las graves penalidades externas que pesan sobre el aborto porque está prohibido y la mujer y el médico pueden pagar con varios años de cárcel haberlo practicado.

Pero a esas penalidades se suman las difícilmente curables cicatrices físicas y espirituales cuyos estigmas quedan impresos de por vida en la mente, el corazón, la salud de la mujer.

De ellas dan cuenta las innumerables, aunque silenciosas experiencias de jovencitas que pierden con el hijo al que se impidió nacer, su propia alegría de vivir, mucho de su sensibilidad femenina y su capacidad de goce futuro.

Pero de lo que poco y nada, (y es intención de esta nota), se habla, es de los graves males que se transmiten al hijo cuando la sentencia de su ejecución ha sido perdonada, es decir cuando el embarazo continúa aún sabiendo que se trata de un “embarazo no deseado”.

Stalisnav Grof, médico, psicólogo y psiquiatra checo, ha sumado hace unas pocas décadas a los importantes descubrimientos de Freud los suyos, los cuales, avanzando en los niveles más profundos de la psicología, le han permitido llegar a las impresiones del nacimiento para después ir más allá aún: a las que recibe el feto en la vida intrauterina.

De sus estudios y descubrimientos, realizados sobre sí mismo y en numerosos pacientes, y compartidos con Gregory Bateson, Joseph Cambell y Abraham Maslow, entre otros científicos ilustres, se infiere que por la natural simbiosis que existe entre la madre y el niño durante la etapa del embarazo, todo lo que la madre siente, experimenta, no sólo a nivel físico sino emocional, repercute y marca la propia vida futura del ser que lleva en el vientre.

Así, las condiciones edénicas en que se desarrolla un feto cuando la madre está en paz consigo misma y con su cónyuge, es decir con su vida, cuando la llegada del hijo es esperada y disfrutada, son, por el contrario, un verdadero infierno para el ser en gestación, cuando la madre está angustiada, cuando ha sido engañada, abandonada, cuando no lleva una vida ordenada ni ha madurado como mujer.

De esa manera, la mujer que siente rechazo por su futuro bebé se lo transmite y también lo altera y maltrata cuando fuma, ingiere bebidas, trasnocha, y tiene una vida sexual desordenada.

Stalisnav Grof ha demostrado que así como existe un “pecho bueno”, que da una leche que estimula una actitud positiva hacia la vida y uno “malo”, que produce el efecto opuesto, también existe un “útero bueno”, que cobija, alimenta y nutre la futura vida, en contraposición a un “útero malo”, que tiene una amplia gama de influencias nocivas en las primeras etapas de la vida embrionaria y que se proyecta a la vida futura del individuo.

Por otra parte desde tiempos muy recientes se estudia la psicología del hijo no deseado, de las marcas que deja en su psiquis el rechazo inicial, la falta de afecto, la negación al acercamiento que da el acto de mamar, acariciarlo, darle comodidad, alimentarlo con preocupación y amor, asistirlo, educarlo.

Las nuevas ciencias han rastreado el origen de malformaciones psicológicas como son en ciertos adultos el malhumor permanente, la agresividad, el retraimiento, el no poder dar ni recibir amor, y muchos rasgos más que han ido llevando a la conclusión de que mucho ha tenido que ver en esas crianzas el hecho de haber tenido una madre desaprensiva, poco cariñosa, una madre que no quiso tener al hijo.

Un interesante aporte de conocimientos para tener en cuenta, ahora, que se va a reglamentar la ley del aborto, y para prevenir y alertar a los adolescentes sobre las consecuencias de una sexualidad vivida con desconocimiento e irresponsabilidad, lo que condena a un ser a morir en el aborto o a vivir con el estigma del que fue un feto aborrecido.

Gladys Seppi Fernández

" Educar es Frustrar "

EL PRINCIPIO DE LA AUTORIDAD

“Educar es frustrar”- Aldo Naouri

Muchos adultos abandonan los brazos de sus ideales cuando presienten que pueden contrariar a los menores y crear conflictos; de esa manera optan por lo más fácil.

A muchos padres y docentes que se involucran activa, responsable e incluso apasionadamente en la educación de sus hijos y alumnos, niños y adolescentes, a quienes apuntalan su transformación en personas desarrolladas y de bien, les debe acometer una aguda desazón cuando comprueban que lejos de despertar su agradecimiento, generan un hostil distanciamiento y que se los califique de anticuados, perimidos o el temible “viejo”.

Sin embargo, las ideas sostenidas por importantes pensadores de hoy, iluminan sobre el daño que está produciendo en la formación de sucesivas generaciones decir lo que los chicos quieren escuchar y no lo que se siente verdadero.

Mario Vargas Llosa, por ejemplo, en un magnífico artículo publicado por El país, analiza las consecuencias del slogan “prohibido prohibir” que nació en el Mayo francés (1968). Partiendo del concepto de autoridad de la RAE, recuerda que “la autoridad es el prestigio o crédito que se reconoce a una persona o institución por su calidad, legitimidad y competencia en alguna materia”, autoridad encarnada en el seno familiar por los padres, en la escuela por los docentes y en la sociedad por quienes la administran y dirigen, y que actualmente se ve despojada de credibilidad.

¿En qué circunstancia se produjo ese perjudicial despojamiento?

Tal vez mucho han tenido que ver las inspiradas ideas del influyente pensador Michel de Foucault que estableció:

“La sexualidad, la psiquiatría, la religión y el lenguaje al igual que la enseñanza representan las estructuras del poder erigido para reprimir, domesticar el cuerpo social instalando sutiles formas de sometimiento a fin de perpetuar los privilegios y el control de poder de los grupos sociales dominantes”. Tal vez en esas palabras se encuentre la raíz del desplome y desprestigio de cualquier forma de autoridad.

Esta idea, aunada a los principios rectores del mayo francés, transforma a la autoridad en sospechosa, perniciosa y deleznable por lo que el ideal libertario es desconocerla, negarla y destruirla.

Nada bueno ha surgido a partir de estas propuestas. El “prohibido prohibir”- dice Vargas Llosa- “ha extendido su partida de defunción a todo principio de autoridad y los mismos maestros y padres se han creído esta satanización de sí mismos y los docentes empezaron a creer que es aberrante aplazar a los malos alumnos, hacerlos repetir curso, establecer un orden jerárquico en el rendimiento académico para evitar la nefasta noción de jerarquías, el egoísmo, la negación de igualdad y el racismo”.

Este despojo de la autoridad de padres y docentes ha traído como consecuencia nefasta la inexistencia de figuras que ejerzan su magisterio y ha devenido en el empobrecimiento de la vida familiar, escolar y social.

En un clima de permisividad adosado con un elevado grado de demagogia lo que se está logrando es una sociedad de niños y jóvenes tiranos, caprichosos, mal educados, realmente egoístas, que creen saberlo todo y se niegan al aprendizaje porque para ellos no hay modelos a seguir ni vidas que les sirvan de ejemplo.

Y es así porque “la permisividad sólo crea tiranos” apunta Aldo Naouri.

Para este pensador francés los conflictos familiares y escolares (también sociales) tienen una misma raíz: padres y docentes (y cualquier tipo de pretendida autoridad) temen dejar de ser amados por sus hijos o alumnos ( o pueblo) si no lo seducen por la vía del halago, la permisividad, el consentimiento. En una palabra, demagógicamente.

Esto ha devenido en lo que Naouri llama “niños tiranos”, que hacen muy difícil la convivencia familiar, escolar y social.

Los hijos, los alumnos, tienen que sufrir frustraciones, aprender a respetar los no porque, si lo que se tiene como propósito es su desarrollo humano, no se los puede ni debe dejar al libre albedrío de sus impulsos y caprichos.

Para Hannah Arent el niño necesita una guía firme y referencias asertivas, esta es la única manera de garantizar la continuidad de una civilización constituida, la incorporación de los que llegan a ella, y la formación de su carácter en el esfuerzo, la superación de obstáculos y crisis y degustación consciente de sus logros.

El atributo humano, lo que nos distingue, es la conciencia, de uno mismo, del propio proceso de desarrollo, que es tanto más y mejor cuando la familia y la escuela muestran, como mayores autorizados, el abanico amplísimo de la diversidad, la complementariedad de lo diferente, la asociación entre las partes aparentemente fragmentadas.

Si los padres desatienden sus funciones, los maestros recibirán chicos desmadrados que los despeñarán por la pendiente del desaliento y la depresión y el producto será alumnos cada vez más envalentonados y mal educados para la vida.

Malo será si los chicos crecen sin ideales existenciales, si se sienten dueños del poder porque no se le muestran parámetros ni límites y se los deja creer sin un afecto auténtico y nutricio.

Otro educador, Moreno Castillo, dice a propósito: “aunque los chicos estudien en los colegios más caros, esquíen en las mejores pistas, tengan los mejores celulares y computadoras de última generación, los resultados serán muy malos si se cree que educar es adular porque es todo lo contrario, muchas veces es frustrar, aunque eso genere conflictos, rabietas o incomodidades.

Gladys Seppi Fernández