( Artículo publicado por LA VOZ DEL INTERIOR- OPINIÓN)
“ Vivir a gusto es de plebeyo, el hombre noble aspira a ordenación y a ley “
Indudablemente el esclarecimiento de cualquier situación problemática requiere el aporte de diferentes perspectivas.
Con respecto al último ajuste salarial que sufrimos los trabajadores de nuestro país, existe la coincidencia de una generalizada queja.
“ Nada duele tanto como la víscera del bolsillo”.
Además están los compromisos contraídos, los proyectos, aquella cuenta que
debíamos pagar.
Sin embargo como el ajuste tuvo un cierto principio de equidad todos los que cobran más de 1000$ se sintieron dolorosamente solidarizados por el dolor de todos : “ mal de muchos , consuelo de tontos”, pero consuelo al fin.
Y si las autoridades provinciales ya habían dado el ejemplo, y también los irritantes sueldos de los legisladores disminuían a un nivel más acorde al momento , el ajuste comienza a repartir su molestia entre más cinturas.
Y casi, casi, surge un sentimiento de hermanada resignación.
Una vez más la clase trabajadora argentina termina aceptando las reglas del juego de una política que no se termina de comprender.
Además, ¿ qué más se puede hacer que salir a la calle, apoyar un paro nacional,
escuchar las directivas de los caudillos del momento y, hasta aplaudirlos?.
Claro que después de tanto ruido o silencio de un día más de paralización de la
nación, nos preguntamos : ¿ cuáles son los resultados de estas manifestaciones
¿ A qué solución se ha arribado después del viernes ?.
¿ Logró algo más que parar el país el camionero Moyano con sus palabras de
agitación?
Ya los sueldos muestran su mengua y el mes se empieza a alargar irremediablemente.
Una sensación de callada impotencia vuelve a reinar otra vez.
Impotencia que se agudiza y transforma en indignación cuando leemos en nuestro
matutino dominical:
“ LOS JUECES SE EXCLUYEN DEL RECORTE DE SUELDOS”
Los sueldos de los jueces, de los legisladores y las jubilaciones de privilegio que a
ellos mismos favorecen han sido un motivo de irritación permanente para la sufrida clase trabajadora del país.
Una pregunta ronda desde siempre:
¿Qué privilegio- de derecho privado- asiste a estos trabajadores cuyas
remuneraciones marcan tan visibles diferencias?.
Si en el engranaje que organiza y pone en movimiento la gran rueda de la nación cada tarea es significativa porqué los jueces y legisladores distancian tanto sus sueldos de los percibidos aún por el mismo gobernador ?.
Ha garantizado, en verdad , el alto sueldo de los jueces, su dedicación a la
administración de la justicia?
¿Cuentan los jueces con el respeto de la ciudadanía por sus aportes a la defensa de un país sospechado de alto nivel de corrupción a nivel internacional ?
¿Cuántos son los jueces que han desafiado la opinión de los acomodaticios con
resoluciones de justicia que pudieron llegar a poner tras las rejas a un funcionario
corrupto?
Sabemos que la justicia está muy cuestionada en nuestro país.
Sabemos que la ciudadanía no se siente resguardada por una justicia que proteja sus derechos y salvaguarde sus vidas y bienes.
De lo que se deduce que el argumento de los altos sueldos y de su intangibilidad no es aceptable.
La ciudadanía no apoya, no cree lo manifestado por el juez Carlos Huespe en el
sentido de que “ La intangibilidad no es un privilegio sino una garantía de
independencia”
La ciudadanía no cree que la ética- razón y esencia del l ser juez- pueda comprarse con sueldos que trepan a la desmesura en un país que padece un alto índice de pobreza.
Además, lo que el ciudadano común no termina de entender es cómo puede
ser que juez y parte resuelva sobre su propia remuneración.
De modo que se pueda leer:
“Los jueces se excluyen del recorte de sueldos”.
EL ESCOZOR DE LA INJUSTICIA
Lo que el ciudadano común alcanza a distinguir y entender es que en nuestro país quienes tienen en sus manos el poder , hasta el punto de introducir reformas a la constitución nacional y provincial, utilizan ese poder en su propio beneficio.
Una sensación de indignidad cívica que conlleva la indignación va derramándose en el sentir de todos, menos, por cierto en quienes reciben tan buena paga por sus servicios a la comunidad.
Por lo que es dable suponer que, más tarde o más temprano se tendrá que debatir y ajustar a lo que indique la balanza salomónica la remuneración de privilegio de los jueces y también la de los legisladores, apuntando a la dilucidación de la importancia de la función social de oficios, profesiones, ministerios, a lo que justo o injusto, a lo que es ético o no y aún a lo que digno o indigno , porque a pesar de los tiempos la nobleza que debe acompañar a ciertas funciones obliga.
Indudablemente se abre la necesidad de una discusión que despojada de subjetividades e intereses mezquinos establezca si un maestro, por ejemplo, que debe atender a las necesidades individuales de por lo menos treinta alumnos, ( y en el mejor de los casos ), que es el formador de generaciones, y que tiene una obligada dedicación exclusiva por la absoluta atención que la tensión del aula exige, o que un médico de cuya actualización y dedicación dependen la salud y la vida humanas, o de un profesor universitario que forma profesionales, de... tantos importantes funciones sociales que se desempeñan, pueden vivir dignamente con los magros salarios que la Argentina se pagan.
Si iniciáramos ese necesario debate, se escucharían, seguramente, voces diversas en defensa de los también diversos oficios y profesiones.
Nos preguntamos quién o quiénes estarían en condiciones de discutir tema tan
importante y cuáles serían los aspectos a analizar, con la inocultable preocupación de que las dificultades y los particulares intereses y egoísmos podrían torcer la intención de encontrar una respuesta equilibrada y justa.
No obstante, parece que la situación ha llegado a un punto candente de irritación
social y que la ciudadanía cansada de que se le vacíen sus bolsillos en tanto se llenan los de otros, exigirá la justicia de la justicia.
En tanto los magistrados deberán buscar argumentaciones auténticas, convincentes sin caer en la vulgaridad argumentativa e insustancial.
Los jueces no pueden permanecer aislados con una lamentable desubicuidad temporal que arguye de “ recortes de otros momentos”, cuando la memoria colectiva puede enrostrarles los costos que a la provincia- es decir al patrimonio de toda la ciudadanía- significó “ los 74 amparos que presentaron contra la medida” en la que ,” La justicia reconoció el planteo de los jueces, ordenó mantener la remuneración original y obligó al gobierno a devolver los montos descontados”
Gladys Seppi Fernández